El post de hoy tiene un público objetivo concreto: las y los maestros de colegios que quieren educar también en alimentación saludable. Hablo refiriéndome, sobretodo, a los cursos desde primero a sexto de primaria. No estoy segura de cuántos docentes me estaréis leyendo, pero me parecía necesario, y alguien tuvo una buena idea al recomendarme este tema.
Está guay (mucho, la verdad) fantasear con que la educación nutricional llegue a los colegios. Como asignatura y todo. Pero siendo realistas, hoy por hoy la educación alimentaria en los colegios en España está coja o es inexistente, en la mayoría de los casos, y no tiene pinta de ser asunto de urgencia nacional. Sin embargo, existen profesoras y profesores, maestras y maestros que quieren mejorar, que buscan estrategias. Existe profesorado que quiere educar también en alimentación saludable.
Pues se llama a un nutricionista y que se le pague por dar una charla. Sí, no estaría mal. Siendo realistas, es una situación difícil, sobretodo en colegios públicos. A veces no hay tiempo, dinero, recursos, o todo a la vez. A veces la única intervención en alimentación saludable que va a hacer una maestra es decirle a una niña que la grasa no engorda, o que no pasa nada por tomar lácteos enteros, o que los zumos no son fruta. Y ya está, eso es lo que van a dar de nutrición, y será mejor que nada, os lo aseguro mucho muchísimo. ¿Es intrusismo que un maestro explique los beneficios de comer verduras? ¿De verdad? La promoción de la salud, siempre que sea basada en la evidencia, es buena, la explique quien la explique. De hecho, en España, con la colaboración del gobierno se elaboró una guía de alimentación saludable para el profesorado en el marco de la estrategia NAOS, pero desgraciadamente sigue alentando recomendaciones bastante obsoletas. Os pongo una foto de muestra:

Contenidos
- 1 Mitos en el cole
- 2 Temario en primaria sobre alimentación saludable: nulo, escaso o desactualizado
- 3 Alternativa al temario educativo desactualizado sobre alimentación saludable en España
- 4 De la teoría a la práctica: qué puedo trabajar (y cómo lo trabajo) con mis alumnos y alumnas
- 5 Importante: No centrar tu aportación en algo negativo
- 6 Recursos educativos sobre alimentación saludable
Mitos en el cole
En alguna ocasión he tenido la suerte de trabajar la educación alimentaria en colegios y, tal vez, precisamente por ello haya pensado que un post como este era necesario. Necesario porque vi a maestras recriminando a niños que estaban almorzando fruta (¡pocos! pero había) que no hubieran traído un bocadillo de embutido, riñendo a niñas que no querían probar una fruta pero sí otras (forzar a comer, cosa mala), recomendando »zumitos» naturales o presumiendo de que preparaban bizcochos caseros delante de sus alumnos. Que si hay que comérselo todo, que si los cereales nos dan energía y hay que tomar leche (¿leche con qué?) para crecer.
En un cole al fin y al cabo se refleja lo que hay afuera. Y afuera hay mitos, muchos mitos. Y se transmiten. ¿Acaso no es importante también que el profesorado tenga unas mínimas herramientas para defenderse en este aspecto? Mucho, creo yo. ¿Queréis leer la opinión de una docente que además es dietista? Aquí la tenéis:
»Cualquier docente podría hacer su labor (en materia de educación alimentaria), con información de calidad en su mano. No hace falta mucho más porque en la escuela no todo es educación alimentaria, de hecho esa es sólo una pequeñísima parte que, si se impartiera correctamente y con buena información previa, no se necesitaría de la intervención de ningún nutricionista. No al menos en horas lectivas.» Nos cuenta Marta Serra, dietista y maestra de educación infantil (y dueña de este blog tan chuli y su homónimo en instagram @cometeunapera) (vamos, que está en el meollo y conoce las dos caras de la moneda).
Temario en primaria sobre alimentación saludable: nulo, escaso o desactualizado
Qué se da -si se da- en los colegios sobre alimentación saludable.
Sinceramente, no sé lo que se da en todos los colegios de España sobre alimentación saludable. Lo que sé es que se da poco, mal o no se da. Si algunos apuntes de la carrera de nutrición están por actualizar, los libros de conocimiento del medio (aún existe esto, ¿no?) hacen lo que buenamente pueden. Los temas sobre alimentación suelen estar enmarcados en temas como la salud, la prevención de enfermedades, los estilos de vida saludables en general (como la actividad física), etc. La alimentación suele ser solo una pequeña parte, un epígrafe de estas temáticas, y se da si hay tiempo y ganas. ¿Una de las cosas más típicas? La dichosa pirámide alimentaria (o lo de las 5 comidas al día, otro mito).
La última pirámide de los alimentos aprobada por la SENC (con suerte la que aparece en los libros de texto) es un despropósito nutricional, simplemente porque las frutas, verduras y hortalizas no se encuentran en la base, y en su lugar está el pan, un alimento que ni es necesario ni es precisamente lo más saludable. A demás, incluye el alcohol y los dulces que, aunque vengan bajo el lema »moderado» o »consumo ocasional», dan a entender con su sola presencia que pueden estar en una alimentación saludable (»con moderación, pero tómanos»). No. ‘Ocasional’ y ‘moderado’ no son mensajes responsables en divulgación sanitaria: apelar al autocontrol ante sustancias o alimentos con alto poder adictivo -alcohol- y perjuicio demostrado -azúcar y obesidad- es un sinsentido y una irresponsabilidad. Que la pirámide alimentaria sea así tiene algo que ver con los patrocinios, para qué nos vamos a engañar. En esta página encontraréis una -larga- lista con las empresas colaboradoras de la SENC, sacada de su propia página web. Entre ellas, Coca cola.
A demás, y esto ya es opinión personal, no creo que sea especialmente fácil de aplicar en el día a día, todas esas frecuencias de consumo semanales.
Pero bueno, entonces ¿qué hacemos?
Alternativa al temario educativo desactualizado sobre alimentación saludable en España
Lo ideal sería que se actualizase la información desde la raíz, es decir, desde el temario de las oposiciones, las editoriales de los libros, etc. Pero siendo realistas, lo que podemos hacer ahora mismo es modificar el temario del calendario académico de los chavales. Contando con que lo que se trabaja en los coles suele ser la pirámide alimentaria (u otras guías, con el mismo fundamento), lo más fácil es tirar por su homónimo sí-basado-en-la-evidencia: el plato saludable de Harvard. Es una guía visual basada en un plato de una comida o cena con el que nos indican unas proporciones de grupos de alimentos y unos apuntes sobre la calidad de esos grupos. Una diferencia es que no se trabaja con frecuencias semanales, diarias o ¿mensuales?, conceptos algo rebuscados de aplicar para los adultos, no digamos ya para los niños.
Una versión simplificada y bastante visual del plato saludable podría ser esta, que nos ofrecen desde Nutt:

Cierto es que al tratar alimentación en el aula pueden surgir mil preguntas, a las cuales no tenéis por qué saber responder, pero si os interesa el tema y queréis estar actualizados, aquí tenéis una lista de blogs sobre nutrición para empezar a leer. Si os da pereza, el libro de Aitor Sánchez resume todo lo básico que tenéis que saber bastante bien. Algo más ligerito para empezar podría ser este post de Biografía de un Plato, sobre mitos alimentarios.
Si creéis que es demasiada información o queréis tener algo de apoyo en el proceso, lo ideal sería dejarse asesorar, por ejemplo, permitiendo que un dietista o dietista-nutricionista revise el temario del curso académico entero (en lo que refiere a alimentación) para corregir errores. Para esto, sin embargo, la dirección del colegio debe estar concienciada de lo importante que es la educación alimentaria y la alimentación saludable, cosa que tristemente no siempre sucede (a veces por que no existe tiempo material para pensar en esto dentro del curso académico, no hay más). Hay datos de sobra, sin embargo, para justificar una intervención así: aumento con prisa y sin pausa de las tasas de obesidad infantil, diabetes tipo 2 -la de »adulto»- en niños cada vez más pequeños, etc. O sin ir más lejos, echar un vistazo a la papelera de un patio y verla llena de envases de bollería, pan blanco y zumitos. Alguna pista ya nos está dando.
Con esto quiero decir también que tú, dietista, también tienes la capacidad de presentar propuestas a colegios públicos, ya sea presentándote en la propia dirección, o a través de las AMPAs. Muchos te van a escuchar.
Si tu colegio está concienciado, genial, es un gran paso para poner en marcha iniciativas saludables en el cole.
Si por el contrario la cosa está difícil, la otra opción es que directamente se cediera ese tiempo de clase (¿45 minutos? ¡pues 45 minutos!) a un/a nutricionista con titulación reglada (graduado en nutrición o técnico superior en dietética). Os aseguro que hay muchos y muchas que están dispuestos incluso a regalar su tiempo (por algún sitio habrá que ir metiendo la nariz, y en coles públicos, exigencias pocas) por una causa así, para hablar de la temática que sea.
»¡Pero no conozco a ningún dietista!» No problem. En las webs de los colegios de dietistas suele ser fácil encontrar una lista de dietistas de la zona, si no conocéis a ninguno, y entre nosotros también podemos asesoraros sobre alguien de vuestra zona; preguntad sin miedo.
De la teoría a la práctica: qué puedo trabajar (y cómo lo trabajo) con mis alumnos y alumnas
¿Por dónde empezamos?
A veces queremos abarcar demasiado, y lo cierto es que en ocasiones solo necesitamos empezar con cosas sencillas, como los grupos de los alimentos con los más peques. Algunos niños no saben ni lo que es un garbanzo (triste pero cierto). Aseguraos de saber bien cuál es vuestro punto de partida, cuáles son los conocimientos desde los que vais a partir.
Primeros pasos: Temáticas y objetivos
Lo importante, primero, es decidir qué queréis trabajar, es decir qué objetivo tenéis. Qué queréis conseguir. Si os ayuda plasmarlo en forma de esquema, recordad que para plantear un objetivo tenéis que usar verbos en infinitivo (parece una tontuna, pero hacedlo), y que éste se puede desglosar en otros mini-objetivos que ayuden a conseguir el objetivo principal (la meta de la actividad). Por ejemplo, una meta: »Dar a conocer las frutas y verduras de temporada en otoño». Y a partir de ahí, ir organizándose.
Temas hay muchos, desde el propio plato saludable que os nombraba anteriormente, hasta cómo hacer meriendas saludables, pasando por la temporalidad de las frutas y las verduras (algo bastante sencillo de hacer y que da mucho juego), o incluso temas más complejos como la sostenibilidad en la alimentación. Por supuesto, no está de más trabajar qué son los alimentos ultraprocesados (cereales de desayuno, galletas, bollería…) y por qué son malos. Esto se podría hacer hablando, por ejemplo, de la cantidad de azúcar que tienen. Pero este tema ya es un poquito más delicado, y os comento mi opinión un poco más abajo.
Sea la que sea, os recomiendo escoger una temática con la que os sintáis cómodos (es decir, sobre la que os hayáis informado bien, bien) y con la que podáis hacer actividades divertidas (y por supuesto, que traten sobre alimentación saludable, no sobre que el Cola cao nos da energía).
Metodología
La forma de poner en práctica un concepto influye mucho en qué impacto va a tener en los alumnos. Una vez pensado el objetivo de la actividad, ¿cómo la ponemos en práctica? ¿Qué hacemos? Yo os propongo 4 mecánicas, pero aquí el límite es la imaginación.
1- Talleres prácticos: Actividades enfocadas a hacer algo práctico: Cocinar, cultivar, preparar cosas saludables… Talleres de cocina saludable y mini-huertos. Reforzados incluso, si tenemos la oportunidad, por la presencia de algún experto/a en el sector (cocineras, agricultores…). Esto siempre triunfa, lo malo es que es lo que más recursos necesita. Obviamente, sujeto a cada cole, a cada situación. Si no tengo recursos así, ¿qué más se puede hacer?
2- Juegos: El movimiento siempre viene bien. Adaptar juegos clásicos a la alimentación a veces puede ser buena idea. Por ejemplo, el juego del pañuelo con los grupos de alimentos, adaptaciones de juegos de mesa tradicionales (la oca, el parchís…), etc. Si os decantáis por esta opción, es importante tener bien claro el objetivo de la actividad y la mecánica del juego, para que de verdad sirva para algo.
Un ejemplo:
El juego del pañuelo aplicado a los grupos de alimentos: frutas (zumo no), verduras, legumbres, frutos secos, cereales integrales (de desayuno no), tubérculos, carne, pescado (surimi no), huevos, lácteos (enteros y sin azúcar), aceites (aceite de oliva, básicamente) y creo que no me dejo nada.
Objetivo: Dar (¡infinitivo!) a conocer los grupos de alimentos saludables (aquí no entra ni el pan blanco ni las galletas María, ni el paté más bueno que el pan).
Mecánica: A cada niño se le asigna un alimento, cuando le toque tiene que correr a su grupo alimentario (un aro en el suelo, por ejemplo) antes que el niño del equipo contrario. Lo recomendaría para primero, segundo o tercero de primaria, porque es bastante básico, dinámico y divertido.
3- Manualidades: Dibujar, pintar, recortar, pegar, modelar tu propia comida saludable. Dar rienda suelta a la creatividad suele ser divertido (¡y barato!), también (a mi qué me vais a contar). Aquí podría entrar el plato saludable, proponiendo a la clase que dibuje su propio plato saludable en función de la estructura básica del plato de Harvard, después de haberlo explicado, de forma interactiva mejor (preguntas y respuestas).

Por mi parte os dejo unas fotos aquí abajo. La primera, un árbol de cartón y unas fichas de frutas que hice para un taller sobre las frutas de otoño: las frutas (y frutos secos) llevaban velcro por detrás y los niños tenían que distinguir cuáles eran de otoño y cuáles no, para después colocarlas en el árbol. Sencillo, pero bastante visual y con más impacto en la memoria que un simple powerpoint o unas fotos. Lo sé, me gusta complicarme la vida: es una actividad larga de elaborar y corta de hacer, pero les gustó y con eso ya soy feliz. Después de eso hicimos una cata de frutas de otoño con alguna que otra fruta endémica.

4- Debates: Actividades algo más serias podrían ser los debates, por ejemplo tras el visionado de algún documental. En casos como este sí que recomendaría la presencia de un nutricionista para evitar conclusiones erróneas o patinazos a la hora de explicar conceptos. Podrían plantearse en cursos de la ESO o de Bachillerato.
Importante: No centrar tu aportación en algo negativo
Y esto ya es opinión personal. Pero creo que decirles a los niños lo peligroso que es el consumo de azúcar tal cual está ahora o lo malos que son los ultraprocesados sin más solo va a generar rechazo o frustración. Una cosa es la educación alimentaria en casa, donde tenemos la suerte de partir de cero, y transmitir desde la cuna qué es comer saludable (y con transmitir me refiero a dar ejemplo). Pero en el colegio no nos llegan desde la cuna, las costumbres ya están puestas, y las manías también. Obviamente se pueden trabajar mensajes como esos, sobretodo cuando son más mayores, pero siempre contrarrestando con algo positivo. Siempre tenemos que dar una alternativa.
Considero que es mucho más útil centrar el rato que quieras dedicar a alimentación saludable a hacer algo que tenga que ver con ello. A trabajar de alguna forma divertida la alimentación saludable, a hacer una merienda o almuerzo saludable en clase, a manosear verduras que nunca habían visto, a ver de cerca un huerto (y si no hay huerto, bien se les puede animar a hacer un »proyecto huertil» en un rincón de clase con 4 macetas) o a trabajar la importancia de las pobres y olvidadas legumbres con el típico proyecto de plantar algodón húmedo y lentejas, sumándole anotaciones sobre su calidad nutricional. Nos guste o no, esos niños no tienen aún control sobre lo que entra en su casa; si su despensa está llena de ultraprocesados no hay que hablar con los niños sobre ello, los que tienen que enterarse del cuento son los padres.
Recursos educativos sobre alimentación saludable
Por supuesto, el primer recurso: Contar con la colaboración de un dietista o dietista-nutricionista titulado (técnico superior o graduado). A parte, existen algunos recursos en la red que podemos usar, si no para el propio taller, para informarnos mejor y entender mejor los conceptos, o para usarlos como material de apoyo. Es importante, sin embargo, no fiarse de toda la información que podemos encontrar en Internet, porque existen un montón (muchos, ¿eh?) de juegos online, libros de actividades, guías para famílias o docentes, etc. sobre alimentación saludable para niños, pero el contenido no siempre es bueno, porque muchas cosas están obsoletas o hasta patrocinadas. Una posible »alarma» para ver si alguna guía o material está actualizado o no es buscar la palabra »galletas» o »cereales de desayuno», ambos no recomendables.
Material didáctico elaborado por entidades públicas, gobiernos, organizaciones… :
- El material elaborado por la FAO (infografias, imágenes…) por el año internacional de las legumbres, en 2016.
Y más infografías de la FAO en este link. En ese link tenéis un buscador de infografías. Podéis buscar cualquier palabra clave, a ver si hay suerte y hay material sobre ello. Este material es algo más complejo, al menos para niños, así que tal vez sería interesante para los propios profesores o incluso para trabajar en institutos. - Un VÍDEO elaborado también por la FAO explicando por qué las legumbres son buenas para el medio ambiente (en inglés).
- Láminas del Plato Saludable en una versión para niños elaboradas por Harvard (pero en inglés), preparadas para impresión.
La verdad es que he encontrado tropocientas mil guías sobre alimentación saludable pero no he podido enlazaros casi ninguna porque repetían los mitos de siempre (el desayuno es la comida más importante del día, come 5 veces al día, no hay alimentos buenos ni malos…) y por tanto no cumplían el requisito básico: estar basadas en la evidencia actual.
Infografías elaboradas por profesionales:
- La que elaboraron en Norte Salud Nutrición para hablar de ensaladas, también os puede servir para hablar del plato saludable.
- Infografías de Creativegan y Aitor Sánchez, por ejemplo esta sobre el impacto de la producción de algunos alimentos, o esta sobre cómo hacer galletas saludables. Y prácticamente todas las infografías de creativegan (poned en google »creativegan infografia»), que aunque estén enfocadas a la personas veganas, siguen siendo útiles y orientativas para población general. También las infografías de Dime Qué Comes (Lucía Martinez) y Mi dieta cojea (Aitor Sánchez).
Y eso es todo por hoy. Si conocéis más recursos en la red sobre alimentación saludable que estén actualizados estaré encantada de incluirlos en el post, y también me encantará escuchar vuestras experiencias en los coles. De momento, a seguir aprendiendo y divulgando en alimentación saludable 😉
¡Hasta la próxima!
P.D.: Gracias Marta por tu informe-informal sobre la situación en los coles. ¡Más profes como tú!
Hola María,
Hay un momento en el que dices «Dar una clase a un nutricionista una clase de 45 minutos» Bueno, resulta que en mi cole hemos dado ese tiempo, y por lo que vengo leyendo (El libro de Aitor Sánchez, este post, y un poco de aquí y de allá), resulta que exponen son los tipicos mitos de 5 comidas al día, que el desayuno es la comida más importante del día, no tomar grasas (en general), pirámides de la alimentación, …, no sé, este tipo de cosas. Y no sólo el nutricionista que vino a dar la charla, sino con conocidos que tengo que son nutricionistas, médicos o empíricos del tipo «mi abuelo siempre ha comido arroz todos los días y murió a los 90,…», o «pues nosequién cuidaba un montón su dieta y murió de cáncer a los 40».
No sé, creo que lo que has dicho es cierto, en que los libros están desfasados, pero creo que el problema es de investigación, ya que no es lo mismo decir esto te va a ir bien, porque lo pienso, este tipo de alimento en un estudio que se hizo en el año tal, por fulanito resultó ser el que mejor resultado dio para lo que estamos tratando.
Para finalizar, el segundo problema está en las cantidades, cómo le dices a un paciente/alumno de secundaria 150 gr de arroz a la cubana, 40 gr de verduras, … es imposible que se hagan una idea.
Después de todo esto, ¿cómo crees que se puede solucionar este tema?
Muchas gracias y enhorabuena por el blog.
Hola Roberto, lo cierto es que aún hay muchos profesionales, incluidos nutricionistas, que no se han actualizado al respecto de cosas como las que comentas. La triste realidad es que ese contenido es el que se da en la gran mayoría de universidades y si no se actualizan por su cuenta es complicado. Para evitar ese tipo de cosas, y más en docentes que están puestos al día como tú, lo bueno sería tener una pequeña entrevista con el nutricionista (o buscar su trayectoria en redes por ejemplo, si la tiene) para ver si están al día, al menos en lo básico. Investigación sobre todo esto hay de sobra (aunque nunca está de más), el problema es que se la lean, y la apliquen.
Y con respecto a las cantidades que comentas, no va por ahí la cosa, y menos a estudiantes, adolescentes o niños. Lo importante es que se sepan guiar por su sensación de hambre real (hambre física, no comer por »gula», aburrimiento, etc.), y para esto es imprescindible tener el paladar acostumbrado a los sabores propios de los alimentos. Así que las recomendaciones sobre alimentación saludable por sí mismas ya intentan atacar ese problema, también.
Gracias por tu comentario y espero que haya contestado tus dudas 😉
Hola,
Ojalá se pudiera incluir en los colegios la asignatura de Alimentación, de momento los talleres que indicas me parecen muy interesantes e incluso desde los propios AMPAS se podrían realizar éstas manualidades y mini huertos.
Compartimos el post. Un saludo!
Hola. Soy profesora de Biología en Secundaria. Hace mil años hice unos cursos de Nutrición en la UNED, pero parece ser que muchos de aquellos conceptos están desfasados, por lo que leo últimamente.
La verdad es que agradezco mucho tu post. Me vuelvo loca pensando qué les enseño sobre nutrición, cuando yo misma voy tan perdida. La información que voy leyendo son retazos; no suficiente para estructurar una clase ni, mucho menos, un tema entero. Tendré que ponerme en serio con el tema. Gracias por todos los enlaces y sugerencias.
Como anécdota, te contaré que hace unos años, en el colegio de mis hijos, el AMPA organizó una charla para padres con una nutricionista. Acudieron la nutricionista, la organizadora, otra persona (que les recriminó que dieran a los niños espinacas!!!!!) y yo. En un colegio de unos 350-400 alumnos. Muy triste.
De nada Mónica! Muy triste lo que cuentas del AMPA, la verdad. Si necesitas ayuda en cualquier cosa no dudes en mandarme un correo. No lo he nombrado en el post, pero para la secundaria, llamar a la »indignación» (descubrir ‘verdades’ que sus padres no saben, triste pero real) a veces funciona, depende de cómo lo hagas y qué »público» tengas. Y en temas de alimentación hay mucho por lo que indignarse. Un saludo!
Hola. Aciertas de lleno en tus reflexiones. Nos encanta que haya personas concienciadas así. Sólo hay algo que echamos en falta. Hablando de educación alimentaria en las escuelas ¿por qué no se considera también el comedor escolar como espacio educativo? En los colegios públicos ¿se sabe qué alimentos comen los niños, de dónde proceden, cómo los cocinan, y qué se desperdicia, entre otras muchas cosas que suceden allí? Como tú dices, suena casi utópico que esto se aborde desde las aulas, por parte de maestras y maestros, pero sería más realista y práctico hacerlo desde la mejor aula de todas: el comedor escolar. Un abrazo y gracias por esa implicación tan saludable.
AFA Comedor Abierto Espartidero
Desde luego, el comedor es otro espacio vital en la educación alimentaria y no solo a nivel de la composición de lo que los niños comen, sino también de cómo se comportan los monitores y monitoras frente al comportamiento alimentario de los niños. Lo tendré en cuenta para editar el post 😉 Me he centrado en lo que pueden hacer los profesores, porque el comedor en teoría ya tiene un menú revisado por nutricionista, así que si existen problemas aquí (¿estamos incluyendo ultraprocesados? ¿hay poca verdura?) no es cuestión de educación, sino de actualizar al profesional que nos está revisando los menús. Gracias por vuestro comentario!
Me ha encantado tu post y tu blog, no lo conocía. Totalmente de acuerdo.
La primera vez que me indigné fue en la guardería cuando a mi hija de dos años le ponían frutos unas dos veces a la semana o más (en casa nunca freímos) y cuando me queje me dijeron, 1 que los niños no se comían un filete hecho a la plancha y 2 que un niño tiene que comer croquetas.
Después pásalos al colegio y allí les dan verdura 1 vez por semana y sin embargo la recomendación de cena para que les hagas y sigas un equilibrio es darles verdura todas las noches. Además les dan arroz y plan blanco y pasará refinada pero un día a la semana es ecológico (de que me sirve que sea eco si no es integral).
También me pareció ofensivo y preocupante que las enfermeras de un hospital público en el ingresamos a mi hija nos sermonearan porque no la dábamos leche de vaca sino de avena…
Y que tal si médicos y enfermeras hacen un cursito en nutrición y otro en lactancia materna?
Ayyyy cuantas cosas deberían cambiar.
La esperanza está en profesionales como tú. Un beso!
Gracias Bea, poquito a poco los profesionales sanitarios se van actualizando, tengamos fe 🙂