¡Hola a tod@s! Hoy os traigo una receta sencilla, la verdad. Pero yo es que le hago fotos a todo, y ya que estoy os lo enseño. Vamos a hacer fajitas integrales con cosas dentro (pero dentro de la masa). No me lo he inventado yo, he hecho una »cover» de esta receta pero en versión integral y con otro relleno (unas con cebolleta y otras con tahín); es otro de los canales de Youtube que me gusta ver. Me surgió hacerla un día que me apetecía algo-parecido-a-un-sándiwch/tostada y no me quedaba pan integral; es como una versión rápida (porque no llevan levadura y no necesita fermentar). Bien conservadas, las podemos tener el frigo 1 ó 2 días (con 3 días malas no van a estar, pero empiezan a perder propiedades. Físicas, digo), o incluso en el congelador durante mucho más tiempo. Por ejemplo, las podemos preparar una tarde y al día siguiente hacérnoslas para desayunar.
Como apunte nutricional, decir que si la harina se fermenta, mejor. La fermentación mejora la biodisponibilidad de algunos nutrientes y »predigiere» las proteínas. Así, por ejemplo, si a una persona le sienta mal el gluten normalmente (y se emperra en seguir tomándolo, que ya ves tú) (no celíaco, OJO), puede que le siente peor tomar pasta que tomar pan hecho con masa madre, porque el pan está fermentado. ENTONCES: ¿Podemos hacer las fajitas con levadura? Pues sí. Levadura de panadería, ¿eh? (fresca o seca). Tan solo tendríaiss que dejar fermentar la masa en 2 ocasiones (esperando 30 minutos bastará); aunque con levadura, a lo mejor os salen panes de pita en vez de fajitas, como estos. En esta ocasión voy a hacer 2 tipos de fajitas, pero podéis echarle la imaginación que queráis. Vamos allá:
Ingredientes:
Para la masa:
200 gramos de harina integral (yo hoy uso harina de centeno, que aún está el paquete dando vueltas)
Agua
(Y yastá)
Para dentro de la masa:
Aceite de oliva virgen extra
Sal y pimienta
Cebolleta y tahín (pasta de sésamo)
Elaboración:
1. Empezamos mezclando la harina con agua. Nunca echamos mucha agua de golpe, sino que vamos incorporándola poco a poco hasta que veamos que la masa no acepta más. Nos tiene que quedar una bola de masa que no se pegue en las manos (pero no os paséis con la harina, si se pega un poco no pasa nada: tampoco tiene que ser plastilina). Cuando tengamos la bola de masa, en principio podemos continuar con la receta sin reposo. De todas formas, dejarla reposar 30 minutos tapada puede que le venga bien. De una forma u otra, el siguiente paso será partir la masa en 2, y una de las mitades, en 4. De ahí saldrán 4 tortitas (y de la otra mitad, otras 4). Mientras hacéis una tanda de 4 tortitas, dejad las otras envueltas para que no se resequen. En este primer paso no las estiramos mucho mucho.
2. Dejando respirar a nuestras torti-fajitas, cortamos cebolleta (o la misma parte verde de la cebolla tierna, bien lavada), y la ponemos al microondas unos 30 segundos-1 minuto. Cuando esté, sacamos la sal, el aceite, la pimienta y el tahín, y empezamos a montar.
Las de cebolleta o cebolla tierna:
Cogemos una tortita y la extendemos bien fina, lo más fina que podamos (pero sin que se rompa), y luego la untamos con aceite (echamos un chorrito y lo embadurnamos con dos dedos), espolvoreamos sal y pimienta (aquí podemos añadir más especias), y repartimos la cebolleta que tengamos, lo más uniformemente posible (con la cebolleta de la foto me dió para 4 tortitas). Luego lo enrollamos a la larga (como un brazo de gitano) y con ese churro formamos un caracol.
Las de tahín:
Para las de tahín, podemos omitir el chorrito de aceite si vemos que se queda muy aceitoso; yo lo puse igualmente. Cambiamos la cebolleta por tahín, untado por la tortita buenamente. Debo decir que con la cantidad que puse no se apreció mucho el sabor, así que mientras la tortita lo admita, podéis echar más (aunque cuidado al »estirar» el caracol).
Una vez tengamos los »caracoles» hechos, los aplastamos con el rodillo con mucho cuidado. Se pondrán algo aceitosas al comprimir el aceite que habíamos puesto dentro, y la cebolleta puede salirse: no pasa nada, la recolocamos y ya está. Si lo hacemos despacio y procurando que la tortita no se pegue, saldrá bien. Si se os pega, echad harina en el rodillo y en la tabla.
Hecho este paso, podemos cocinarlas, refrigerarlas o congelarlas.
Para cocinarlas, calentamos una sartén a fuego fuerte (sin aceite ni nada) y las calentamos uno o dos minutos por cada lado. Si las veis »burbujear» cuando se caliente el segundo lado, significa que ya están listas y que lo habéis hecho bien. No tengáis prisa en darles la vuelta (pero cuidadito con que se os quemen; vamos, que mientras se hacen, recojáis la cocina).
Si vamos a conservarlas, ya sea en el frigo o en el congelador, tenemos que separar cada tortita. Podemos usar papel film levemente enharinado entre cada tortita. Yo las guardé en la nevera con papel absorbente entre cada una (y tapadas); me duraron 3 días.
Con las de tahín, hice meriendas. »Fajitas» de harina de centeno y tahín con crema de cacahuete y plátano. Qué nombre más largo para una cosa que duró tan poco.
Y esta foto de abajo no corresponde con las tortitas, pero es otra idea que os animo a hacer: fajitas rellenas de falafel, aguacate, pimiento y salsa de yogur casera. Si hubiese usado estas tortitas ya, TREMENDO.
Lo curioso de estas fajitas es que la masa en sí no lleva nada más que agua y harina, pero justo por añadirle el resto de cosas luego, integrándolos con la masa, te tropiezas más con ellos, y le dan un sabor interesante (por ejemplo, a penas eché sal, pero como te lo vas encontrando por la tortita, sabe bien). Una idea que se me quedó pendiente es usar las fajitas de tahín con mostaza antigua y aguacate. Otro súper desayuno.
Y hasta aquí el post-receta de hoy. Como siempre, si lo probáis mandádmelo, me encantará verlo 🙂
¡Hasta la próxima!