Hoy solo quería reflexionar sobre algo. Sobre el sexo, el sexo y la comida. Dicho así suena un tanto extraño. No me estoy refiriendo a eso del foodporn, sino al uso explícito y descarado de referencias sexuales en los anuncios de comida. Ya sé que me meto mucho con la publi, y puedo entender que venga alguien a decirme »¿Por qué criticas esto si es una estrategia más del mundo de la publicidad?». Pero yo es que en realidad no hablo de publicidad, hablo de salud. Como siempre. Me gusta que os paréis a analizar las cosas que veis.
La verdad es que después de recopilar fotos de anuncios, tengo una carpeta que hasta da vergüenza mirar. Pero no es porno, son anuncios de comida. Recalco que solo voy a meterme en los anuncios de alimentos sexualizados; a parte queda el resto, que el mundo de la publicidad es muy grande y no es mi intención ponerme a analizarlo aquí.
¿En qué tipo de productos se suelen utilizar estas estrategias?
En los »pecaminosos». Aquellos que la gente tiene bien asumido lo que son. Vamos, que si te los tomas es con plena conciencia de que no es que sean lo más saludable del mundo. Te los tomas por ganas, por antojo. Y se utiliza en esos productos básicamente porque el único reclamo que pueden usar es el placer. Y no es para menos, es uno de los reclamos más potentes, aunque se use de forma subliminal.
Como ya dijimos en otra entrada, este tipo de productos (los muy azucarados, o con mucho sabor) alteran nuestros sistemas de recompensa cerebral. Si nuestros sistemas de recompensa cerebral se alteran, dependemos cada vez en mayor medida del consumo de productos ultraprocesados. Si dependemos mucho del consumo de ultraprocesados, nuestra salud está en riesgo. Si la publicidad alimenta esa dependencia, entonces tenemos un problema. Mucho no está ayudando.
Y otra cosa…
¿Habéis visto anuncios de hombres saboreando helados como si no hubiese un mañana? Yo no.
Sí he visto anuncios de hombres insinuando propuestas de felación a mujeres no interesadas. Que sí, que es de broma, qué risa, ¿no? Y es tal cual, no me estoy inventando nada; podéis buscar los anuncios en Youtube.
Y podríamos estar así toooda la tarde…
¿QUÉ QUIERO QUE SAQUÉIS DE ESTO?
He recalcado al empezar que esto era un post de simple reflexión. Y lo recuerdo ahora porque ya sé lo que podéis estar pensando. Ya sé que tampoco podemos hacer mucho por evitar recibir este tipo de publicidad, o que simplemente nos da igual, no nos afecta porque estamos acostumbrados a ver cosas así.
Pero es que está hasta estudiado. Se habla de que los anuncios que utilizan estrategias de persuasión lógica (los que justifican las bondades del producto con hechos) son menos efectivos (yo añadiría el apunte: »en el ámbito de la publicidad de alimentos») que los que usan influencias ‘no racionales’, es decir, los que apelan a cosas más emocionales, como el sexo o los sentimientos. Esto ocurre porque aquellos anuncios que utilizan claims (reclamos, mensajes) de este estilo (emocionales) disminuyen nuestra capacidad de tomar decisiones lógicas cuando calan en nosotros. Ese estudio sugiere que estos menores niveles de actividad cerebral lógica ante anuncios con reclamos emocionales parecen traducirse en menor inhibición comportamental, lo que a su vez podría traducirse en una menor restricción a la hora de comprar productos anunciados mediante estas estrategias. Vamos, que nos dejamos guiar por impulsos irracionales, por lo que respecta a la comida que vemos en los anuncios (sí que es cierto que hay productos en los que la »publicidad basada en hechos» resulta más efectiva; depende del producto). A mi no me gusta tomarme estudios aislados con muestras tan pequeñitas muy en serio, así que no quiero generalizar. Pero llama, como mínimo, a pensar un poco.
Y PARECÍA SENCILLO TODO ESTO. Se ha hablado un rato, en muchos sitios, sobre esto de la publicidad y el sexo, por si queréis profundizar.
Mi mensaje es que nunca está de más reconocer cuándo estás teniendo antojo de algo solo por haber escuchado un canto de sirena. Yo siempre llamo a la toma de consciencia, porque a partir de ahí ya empieza a rodar todo. Seamos un poco más conscientes, pues, de los mensajes que recibimos por parte de la industria alimentaria. Porque luego, las empresas que producen estos productos se vanaglorian de sus maravillosas campañas de salud. Hay que empezar por uno mismo, Nestlé.
Nada más por hoy, gracias por venir, y espero que os lo paséis bien analizando anuncios. ¡Hasta la próxima!